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Misa de los XX Juegos Femeninos Maristas
Por
René Ortega G.
Publicado:
2 Septiembre 2014
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Buena Madre y Jesús mío ¡Estoy aquí!
Ofrecemos nuestra juventud y alma al Dios de la Vida, al Dios del Amor
Después de casi dos días de competencias, el Domingo 31 de Agosto por la mañana en la ciudad de Los Andes, en la hermosa y gran Iglesia Santo Cristo de la Salud, también llamada de los Padres Pasionistas, los maristas nos reunimos en torno a la mesa. Junto a las alumnas olímpicas maristas hicimos un alto al ruido, a la ansiedad y a la impaciencia de la Fiesta Olímpica. Todos dispusimos el cuerpo y el corazón físico, que puede agotarse por el cansancio y el esfuerzo constante de la vida terrena y abrimos las puertas de nuestra alma y espíritu a la Palabra de nuestro Padre Dios.

Toda la Familia Marista estaba preparada para tan importante invitación: mamás, papás, apoderados, docentes, auxiliares y administrativos. Entrenadores, entrenadoras, directivos, amigos, amigas y ante todo nuestros jóvenes maristas. El centro eran nuestras alumnas seleccionadas de estos XX Juegos Nacionales Femeninos Maristas. Esperábamos que nadie faltara a este gran llamado de nuestro Amigo Jesús. Queríamos tomarnos de la mano de San Marcelino y queríamos tener la oportunidad de rogar y pedir la protección amorosa de nuestra Buena Madre. Deseábamos ofrecer a Cristo y a nuestro Dios, todo lo que significa una Olimpiada y mucho más: la juventud, el compartir, la convivencia, el buen juego, la amistad, la solidaridad, la alegría y lo que pueda haber más allá de la frontera, con audacia y esperanza.

Esta Misa, también preparada con antelación y mucho cariño, fue organizada por la Comisión de Pastoral, formada por profesores de la misma Coordinación del Instituto Chacabuco. Fue oficiada por el Padre Alberto Requenes, Capellán del Instituto Chacabuco. La Iglesia de los Padres Pasionistas, se repletó de almas; pero principalmente desbordó de juventud. Juventud marista formada por nuestros alumnos y todas las alumnas olímpicas participantes de los XX Juegos Femeninos. Nuestro centro, así como lo quería el Padre Champagnat estába en nuestros niños, niñas y jóvenes. Dándoles a conocer a Jesucristo y haciéndolo amar, con inmenso cariño y amor para todos ellos, brotando de fuentes de agua viva, con la intensidad del fuego que alumbra, marca y alienta en la Esperanza y en el Amor. Ellas, las niñas y jóvenes, ofrecieron sus balones e implementos deportivos; su deseo de perfeccionarse y de ser siempre mejores. Los adultos ofrecieron su compromiso de nunca abandonarles. Ofrecieron la posibilidad de siempre acompañarles hacia la gran meta que es Nuestro Padre Dios. ¡¡No importan los últimos lugares, no importan los fracasos, no importan las caídas, ni los golpes de la existencia!! Sabemos muy bien, que las niñas y jóvenes deportistas maristas, fueron capaces de agradecer a San Marcelino, a la Buena Madre, a nuestro Amigo Jesús y al Dios de la Luz, del Amor y de la Vida, todo lo grande y hermoso, que están viviendo. Fueron capaces de agradecer, lo inmenso y maravilloso que Dios les está ofreciendo: el CARIÑO, la FAMILIA, la AMISTAD, la FELICIDAD... ¡¡LA VIDA MISMA!! Por otra parte todos los maristas y familias presentes fueron capaces de decir...¡¡¡GRACIAS POR ESTAS NIÑAS, NIÑOS Y JÓVENES QUE NOS DAN LA POSIBILIDAD HERMOSA DE VIVIR Y PENSAR CON ESPERANZA, EN UNA HUMANIDAD Y EN UN MUNDO MUCHO MEJOR!!!



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